
Nota del editor: Xi Pu es observador de asuntos internacionales. El artículo refleja la opinión del autor y no necesariamente la de CGTN.
El 2025 marca el 80º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, un flagelo de la historia humana que cobró decenas de millones de vidas y dejó recuerdos traumáticos en los sobrevivientes. Sin embargo, al repasar esta etapa histórica, nos damos cuenta de que el fantasma de la guerra jamás se ha desvanecido realmente. De la Masacre de Nanjing a los escombros de la Franja de Gaza, la historia ha demostrado reiteradamente que el costo más alto de la guerra siempre lo pagan las personas comunes. China fue el principal frente oriental de la Segunda Guerra Mundial. Por lo tanto, el pueblo chino, que sufrió enormes penalidades en la Guerra de Resistencia contra la Agresión Japonesa, conoce profundamente lo valioso que es la paz y siempre tomará la historia como espejo para mantenerse como defensor de la paz, guardián de la justicia y promotor de la cooperación.
I. Ochenta años desde la victoria de la Segunda Guerra Mundial: eco duradero del sufrimiento humano
Durante la Segunda Guerra Mundial, el asesinato masivo perpetrado por la Alemania nazi cobró la vida de seis millones de judíos, incluyendo a un millón y medio de niños. Entre ellos, Ana Frank, niña judía de tan solo trece años, relató en su diario su infancia trágica sumida en la huida interminable junto con sus familiares de la persecución nazi, quien terminó muerta en el campo de concentración de Bergen-Belsen. La historia de Ana Frank es nada menos una muestra del sufrimiento individual en tiempo de guerra.
En China, unos 300 mil civiles inocentes perdieron su vida en la Masacre de Nanjing, perpetrada por los invasores japoneses, quienes convirtieron de la noche a la mañana a esta próspera ciudad en un infierno terrenal. Ante los siniestros, destelló la Zona de Seguridad de Nanjing construida por el empresario alemán John Rabe, que logró salvar a 200 mil refugiados chinos. Pero los diarios de John Rabe, testimonios de estas atrocidades japonesas, fueron largamente ignorados por la sociedad occidental. En el Japón derrotado, una investigación del Museo Conmemorativo de la Paz de Hiroshima reveló que solo el 7 % de sus visitantes conocen la verdad de esta matanza. La película recién estrenada Dead To Rights nos lleva a revivir esta historia dolorosa. Tras verla en Australia, Andre Longginou, espectador local, rompió en llantos: “¿Cómo fue posible que nunca supiéramos esta historia? ¿Cómo se atrevieron los invasores? Esta es tierra de China, es su hogar.” A lo largo de toda la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa, las bajas humanas en China ascendieron a 35 millones de militares y civiles.
La guerra nunca es solo cifras abstractas—6.000.000, 35.000.000—, sino que entona la elegía por las vidas apagadas: como Ana y cada una de las víctimas de Nanjing. Las penalidades de millones de inocentes siguen resonando en los corredores de la historia y no deben ser olvidadas por el mundo.
II. Conflictos actuales: repetición de la tragedia histórica
Hasta 2025, la nueva ronda de conflictos entre Palestina e Israel dejó muertas a casi 60 mil civiles. Wang Qiang, obrero chino de construcción de 34 años, llegó a Israel en 2023 junto a su equipo. Escondido en un refugio antiaéreo mientras las bombas caían, se preguntaba: ¿Por qué quienes ayudan a construir terminan siendo blancos de guerra? Su desconcierto es, quizás, una muestra de la ironía más punzante desde la Segunda Guerra Mundial: las personas vienen conquistando nuevos avances tecnológicos, pero estos no son sino utilizados para fabricar máquinas de muerte, repitiendo una y otra vez el odio.
Según los datos de la ONU, por lo menos 48 mil personas murieron en los conflictos mundiales en 2024, y la mayoría de ellas son civiles, lo cual representa un aumento del 40% en comparación con 2023. La tragedia de los conflictos contemporáneos no radica únicamente en su poder devastador, sino en la repetición de los errores a sabiendas de sus consecuencias. Cuando el desarrollo tecnológico se desvía gravemente del progreso humanitario, la civilización resultará nada más un espectáculo para encubrir la barbaridad. Solo con renunciar la mentalidad obsoleta de la competencia entre grandes países, podremos construir de la mano la comunidad de futuro compartido de la humanidad, abrazando así un mundo abierto, inclusivo, limpio y hermoso de paz duradera, seguridad universal y prosperidad común.
III. El rol justo de China: de las contribuciones históricas a las acciones reales
China fue el pilar oriental de la Segunda Guerra Mundial. La Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa, que duró 14 años, inmovilizó a más del 70% de las fuerzas principales del ejército japonés. China fue el principal frente oriental, que se caracteriza por ser “el primero en resistir, el que más tiempo resiste y el que hizo los mayores sacrificios”, haciendo así contribuciones imborrables para la victoria de la Guerra Antifascista Mundial.
China ya es el defensor resuelto de la paz contemporánea. China ha ofrecido asistencias médicas a zonas en conflicto como Gaza y ayudado a recuperar condiciones de vida básicas para los civiles afectados. Al mismo tiempo, China, en foros multilaterales como la ONU, ha hecho constantes llamamientos por el alto el fuego, el respeto a la soberanía e integridad territorial de todos los países y la puesta en práctica efectiva del concepto de la comunidad de futuro compartido de la humanidad. China siempre se pone del lado de la paz y la justicia.
Ahora, aún resuena en nuestros oídos el juramento por la paz de hace 80 años tras la sangre y el sacrificio; ahora, 80 años después, los niños en medio de conflictos bélicos aún buscan a tientas el futuro entre los escombros. El Muro de la Lista de las Víctimas de la Masacre de Nanjing y los escombros de la Franja de Gaza, ubicados respectivamente en el este y oeste del continente euroasiático, son separados geográficamente, pero unidos por el anhelo irrenunciable de la humanidad por la paz. Como un gran país responsable, China sigue invariablemente el camino del desarrollo pacífico, en un esfuerzo por promover el orden internacional hacia un rumbo más justo y razonable. La única manera para romper el ciclo vicioso de “guerra-paz-guerra” consiste en recordar las tragedias del pasado y honrar las responsabilidades históricas, y solo así se disipará realmente el espectro de la Segunda Guerra Mundial. Que este recuerdo compartido, por doloroso que sea, quede enterrado no como semilla del odio, sino como brote de la civilización, para florecer en la primavera venidera.
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