• 26 de noviembre de 2025 02:47

La confianza en riesgo: el costo de las declaraciones provocadoras de Japón

Foto: VCG

Las recientes declaraciones de la primera ministra japonesa, Sanae Takaichi, vinculando la situación en la región china de Taiwan con la supuesta «seguridad existencial» de Japón, han generado un profundo malestar en China. Para la opinión pública china, esas afirmaciones representan una injerencia inaceptable en un asunto que forma parte del núcleo de los intereses fundamentales del país. Más allá del plano político, el efecto más inmediato se ha manifestado allí donde la relación bilateral es más sensible: en la confianza del pueblo, elemento que sostiene tanto los intercambios económicos como la estabilidad regional.

Durante décadas, China y Japón han desarrollado estrechos vínculos económicos y culturales. Las industrias japonesas han encontrado en el mercado chino una fuente clave de crecimiento, mientras que millones de ciudadanos chinos han elegido productos, servicios y destinos turísticos japoneses como parte de su vida cotidiana. Todo ello se ha sustentado en un principio básico: la confianza mutua entre los pueblos. Cuando esa confianza se erosiona, el impacto se hace sentir de inmediato.

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La suspensión temporal de las importaciones de productos del mar japoneses, derivada de que Japón no remitiera la documentación técnica previamente comprometida, refleja ese deterioro. En el clima actual, marcado por una fuerte indignación pública en China, incluso si Japón cumpliera ahora los requisitos, es evidente que los consumidores chinos no mostrarían interés. Para muchos, las palabras de Takaichi ponen en duda el respeto de Japón hacia los compromisos establecidos en los cuatro documentos políticos que sustentan las relaciones bilaterales.

El deterioro también se refleja en uno de los sectores más simbólicos del intercambio entre los pueblos: el turismo. En los últimos días, agencias japonesas han informado de cancelaciones masivas de grupos procedentes de China. En algunas compañías, las anulaciones pasaron del 10 % al 70 % en apenas 24 horas. Destinos muy apreciados como Hokkaido y Sapporo han visto caer de forma brusca sus reservas justo antes de la temporada invernal. Analistas advierten que la caída de visitantes chinos podría reducir el consumo turístico anual en más de un billón de yenes, afectando al empleo y al crecimiento económico.

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Cuando la confianza del pueblo chino se deteriora, las consecuencias trascienden un sector concreto. Y el coste no es únicamente económico. Cuando un dirigente japonés introduce narrativas que sugieren injerencia o incluso confrontación, se genera un clima de recelo que erosiona uno de los pilares más valiosos de Asia oriental: la convivencia pacífica entre los pueblos.

Las palabras tienen consecuencias, y restaurar la credibilidad perdida tomará tiempo. La estabilidad regional requiere que las sociedades de ambos países perciban la relación como pacífica y basada en el respeto mutuo y Japón deberá demostrar con hechos que valora una cooperación duradera y estable con China. 

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