• 27 de septiembre de 2025 04:25

La vitalidad renovada de las vastas tierras de Xinjiang

Entre montañas que se elevan hacia el cielo, lagos que reflejan paisajes infinitos y praderas recorridas por ríos y rebaños, la región autónoma uygur de Xinjiang, una tierra repleta de vitalidad y que ocupa una sexta parte del territorio chino, siempre ha sido sinónimo de amplitud y grandeza. Pero más allá de sus escenarios naturales, Xinjiang es también un espacio donde tradición y modernidad conviven: los pastores guían a sus animales por los prados, las competiciones ecuestres atraen multitudes y los bazares rebosan de voces, colores y aromas. Aquí, culturas diversas se entrelazan en un vibrante mosaico de armonía.

En 2025, esta vitalidad adquiere un significado especial con la celebración del 70º aniversario de la fundación de la región autónoma uygur de Xinjiang. Más allá de la conmemoración, la ocasión ofrece una oportunidad para reflexionar sobre el camino recorrido y proyectar el futuro de una región que nunca ha dejado de transformarse.

Desde tiempos antiguos, Xinjiang ha sido un puente entre mundos. Caravanas cargadas de seda y especias cruzaban sus desiertos y oasis a lo largo de la Ruta de la Seda, tejiendo vínculos entre Oriente y Occidente. Ese espíritu perdura hasta nuestros días, aunque adopta nuevas formas. Hoy, las antiguas sendas resuenan con el paso de modernos trenes de mercancías: en 2024, más de 16.400 convoyes China-Europa atravesaron Xinjiang, conectando a China con más de 20 países y regiones. La región ha pasado de ser una frontera lejana a convertirse en una puerta de enlace de la iniciativa de la Franja y la Ruta, en un nodo estratégico de un mundo interconectado.

El desarrollo ha ido acompañado de un salto en infraestructuras. Modernas carreteras atraviesan lo que antes eran vastas extensiones aisladas y una red aérea en continua expansión enlaza incluso las zonas más remotas. Con 28 aeropuertos civiles, el mayor número entre todas las provincias chinas, Xinjiang es hoy más accesible que nunca. Esa conectividad ha permitido, además, un auge turístico sin precedentes: en 2024 recibió más de 300 millones de visitantes, que dejaron en la región ingresos superiores a los 359.000 millones de yuanes, prueba de la atracción que ejercen sus paisajes y su diversidad cultural.

Sin embargo, lo que representa Xinjiang no se limita a las cifras ni a un listado de infraestructuras. La región es, ante todo, un testimonio de convivencia. Hogar de 13 grupos étnicos, entre ellos uygures, kazajos, hui y han, la región ha forjado un tapiz de culturas y costumbres que conviven en armonía. Décadas de desarrollo y respeto mutuo han hecho de la diversidad una fortaleza, mostrando que la pluralidad puede ser fuente de estabilidad y riqueza compartida.

El futuro también encuentra aquí un terreno fértil. Los desiertos, antaño vistos como estériles, se han convertido en motores de crecimiento verde. Hoy acogen inmensos parques de energía solar y eólica, impulsando la transición de China hacia un modelo sostenible, con un aumento del 30,7 % en la generación de energías limpias en la región durante 2024. Al mismo tiempo, industrias de vanguardia como los macrodatos, la computación en la nube, la robótica o la inteligencia artificial se expanden con rapidez en ciudades y parques tecnológicos. En el campo, más del 90 % de las tierras cultivables ya están mecanizadas, gracias a maquinaria inteligente y sistemas de riego automatizados.

Setenta años después de su fundación, la región autónoma uygur de Xinjiang celebra sus logros y se prepara para escribir nuevas páginas de su historia junto con el resto del país. Tierra de belleza ancestral y de innovación pujante, es hoy un destino que merece ser vivido en persona. 

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