
El rey de España , Felipe VI, llegó a Beijing el 11 de noviembre para iniciar su primera visita de Estado a China, la primera de un monarca español en 18 años. Esta visita también se produce en un contexto de aproximación de España hacia China, pues el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, ha efectuado tres visitas a China desde que renovó su cargo en 2019. Este acercamiento de España a China no es solo estético, ni se ha quedado en las reuniones, las visitas o las palabras, sino que se ha visto confirmado en acciones concretas, como la retirada de España al apoyo a los aranceles impuestos por la Unión Europea a los coches de nueva energía de China.
El comercio y la empresa, los principales ejes
Felipe VI viene a China acompañado por el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, y por la secretaria de Estado de Comercio, Amparo López. La composición de la comitiva española no es azarosa ni casual, y es que el eje principal de la visita de Estado de los reyes de España va a estar en el fortalecimiento de las relaciones comerciales entre ambos países. Madrid ve sus relaciones con China como un asunto capital en tiempos de incertidumbre en este ámbito, ya que China es el principal socio comercial de España en Asia, y el cuarto a nivel global, con exportaciones clave como la carne de cerdo, el cobre, los farmacéuticos o los componentes de automóviles. De hecho, fruto de las buenas relaciones actuales entre España y China, las exportaciones de cerdo a China crecieron un 8 % en el último año, en claro contraste con la pronunciada caída experimentada por otros como Países Bajos o Estados Unidos. El buscar profundizar en las relaciones con China es una ruta lógica y sensata para España, sobre todo después de ver cómo, el año pasado, China levantaba las restricciones a la importación de carne de ternera española.
España y China, en búsqueda del beneficio mutuo
España ha comprendido que las relaciones basadas en el diálogo y la búsqueda del beneficio mutuo, y no en la confrontación ni en la imposición aleatoria de aranceles, da sus frutos. Las buenas relaciones entre Madrid y Beijing han propiciado también que numerosas empresas chinas busquen invertir en España, con todos los beneficios que ello supone para ambas partes. Empresas como Envision, por ejemplo, construirá en España una planta de electrolizadores, mientras que el fabricante de automóviles BYD también sitúa a España como favorito para acoger su tercera planta en Europa. Y a buen seguro, las inversiones españolas en China también estarán sobre la mesa y también se verán apoyadas por el buen momento en las relaciones entre ambos países.
Xi Jinping: “Un ejemplo de convivencia amistosa y desarrollo conjunto”
Todo esto se ha visto ratificado en la reunión que el presidente de China, Xi Jinping, ha mantenido el miércoles con Felipe VI. El presidente chino ha recalcado que China le otorga una gran importancia a las relaciones con España, y que ambos países son “ejemplo de una convivencia amistosa y de desarrollo conjunto” entre países con diferencias desde el punto de vista histórico, cultural y social. Felipe VI, por su parte, también ha puesto en valor las relaciones entre China y España, poniendo el acento en que son unas relaciones bilaterales basadas en “los principios de respeto de prosperidad compartida”.
Fuera de las formalidades, la realidad es que las relaciones entre China y España se encuentran en un momento excelente, con ambos países protagonizando un gran acercamiento que, sin duda, les ayudará en el plano comercial y económico, en un contexto mundial difícil. Y, de paso, España lanza un órdago al conjunto de la Unión Europea, que ha de comprender por fin que la vieja política de bloques supone una piedra en el camino del desarrollo mundial en pleno siglo XXI.
España, motor de la Unión Europea en sus relaciones con China
Lo que España empezó a comprender el año pasado durante el conflicto arancelario entre China y la Unión Europea es algo que las instituciones europeas han de comprender también. Las relaciones entre China y la Unión Europea siempre han sido complejas y han contemplado diversos matices. Pero, por encima de todo, ambas partes han de estar dispuestas a cooperar, dialogar y potenciar unas relaciones que solo pueden traer beneficios para los pueblos de todos los países implicados, mediante la defensa justa del libre comercio y los intercambios empresariales, culturales y de persona a persona, tal como China ha mantenido siempre.
Con pasos firmes y diálogo constante, España y China demuestran que la cooperación y el entendimiento siguen siendo el mejor camino para afrontar los desafíos globales del siglo XXI.
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