• 11 de octubre de 2024 18:47

Protección del menor ante las fake news

Igual no hemos sido conscientes, pero el concepto de fake news no es nuevo. También conocidas como noticias falsas, hoax, bulos, leyendas urbanas o desinformación, llevan años circulando en nuestra sociedad. Ahora, las nuevas tecnologías hacen que sea una práctica más extendida y difícil de controlar. Además, para los menores supone un riesgo añadido.

Se trata de información falsa que se propaga de unas personas a otras, ya sea contenido que alguien ha creado de forma premeditada, o un mensaje que se ha ido modificando a lo largo de su difusión. ¿Alguna vez has recibido en tu WhatsApp un mensaje sobre productos supuestamente cancerígenos, atentados inminentes o descuentos increíbles para tiendas y supermercados? Son bulos, nada de eso es cierto, pero no siempre es fácil determinar qué es verdad y qué no.

Por descontado, estos mismos mensajes también llegan a los móviles de niños y adolescentes, de hecho, les llegan muchos más que a nosotros. Por otra parte, los menores acuden principalmente a las redes sociales y los buscadores de Internet para informarse, y ambos espacios digitales son el medio preferido de propagación para este tipo de información. Si un contenido llama su atención, no dudan en compartirlo, a veces de forma masiva, sin pararse a valorar si se trata de información fiable. A menudo, la difunden incluso sabiendo que no lo es.

«Hacer clic en “compartir” es demasiado sencillo (y en ocasiones tentador) para cualquiera»

Internet y las posibilidades tecnológicas de hoy en día, han facilitado un acceso generalizado a la información, y también acceso a la creación o difusión de contenido. Todos tenemos la posibilidad, seamos periodistas o no, de escribir una noticia en el mayor medio de comunicación actual, que es Internet. El problema está en que igualmente es posible crear mensajes engañosos e incluso dañinos, en definitiva, información falsa.

La viralidad y la permanencia en el tiempo que caracterizan a los contenidos en Internet, intervienen de forma evidente en la propagación de estas fake news. Hay bulos que llevan años circulando a través de las redes sociales, lo que demuestra que hacer clic en “compartir” es demasiado sencillo (y en ocasiones tentador) para cualquiera.

El porqué de las fake news
¿Alguna vez te has preguntado por qué o quién crea estas noticias falsas? En muchos casos, hay personas detrás que se están beneficiando económicamente con la visualización de esta información. Ya sea mediante la publicidad, el volumen de visitas o la venta de datos del usuario. En resumen: cada “clic” genera ingresos de una u otra forma.

Este es el caso de páginas web o perfiles de redes sociales creados para hacer parodias o sátiras humorísticas, pero cuyos contenidos fuera de contexto se toman por ciertos. Cada vez que entramos en estas páginas atraídos por una noticia curiosa o llamativa, o vemos un vídeo en plataformas como YouTube, sus creadores están ganado dinero.

Otra motivación importante para crear un bulo es moldear o manipular las opiniones e ideologías de los ciudadanos. De este modo, las noticias falsas nos afectan a todos los niveles: social, político, económico, cultural… Y también en el ámbito más personal, influyen en nuestra forma de pensar y actuar.

Si alguna vez pensaste que los bulos son inofensivos, a estas alturas del artículo te habrás dado cuenta de que probablemente no lo son en absoluto. Suponen un riesgo a tener en cuenta, sobre todo si afectan a niños y adolescentes. Por ejemplo, muchos supuestos vales de descuento les invitan a entrar en webs maliciosas, que pueden robar sus datos, infectar su dispositivo o suscribirles a un servicio de SMS Premium.

Las elecciones americanas o el brexit, son dos ejemplos actuales que muestran hasta qué punto las noticias falsas pueden manipular la opinión social. Para los más jóvenes, los mensajes fraudulentos o inexactos, como el bulo de las lechugas chinas o los plátanos infectados por VIH, pueden condicionar o fortalecer conductas e ideales peligrosos como racismo, xenofobia, homofobia, etc. Otras fake news pueden incluso poner en peligro la integridad física de los menores, como en el caso del supuesto cambio de número de emergencias, o sus hábitos de alimentación, ocio y descanso.

Educar la capacidad crítica de los menores
Ninguna herramienta de control parental puede impedir que este tipo de contenidos caigan en manos de nuestros hijos, ya sea a través de sus propios móviles, tablets o perfiles en redes sociales, o mediante otros amigos y compañeros de su edad que les mantengan al día de las “novedades”.

Por ello, es necesario educarles en el espíritu crítico, para que no tomen toda la información de Internet como cierta, ofreciéndoles herramientas y recursos para que detecten por si mismos posibles contenidos falsos o de poca calidad. Tienen que conocer cómo se financia Internet, por qué se crea este tipo de información falsa, cuál es el objetivo y los riesgos de que estas noticias lleguen a miles de personas.

«Ninguna herramienta de control parental puede impedir que este tipo de contenidos caigan en manos de nuestros hijos»

Lo fundamental es que, como adultos, demos buen ejemplo. Tenemos que tomar medidas para evitar caer en noticias falsas, fomentando las actitudes y opiniones argumentadas dentro de nuestra familia, y por extensión en sociedad. Nuestra conducta ayuda a que niños y adolescentes valoren el esfuerzo que supone posicionarse en contra de este tipo de mensajes, aunque resulten graciosos, morbosos o extravagantes.

Estas son algunas pautas para enseñar a niños y adolescentes a contrastar la información:

-Es importante que lean todo el contenido. Los titulares de este tipo de mensajes están creados para ser impactantes y muchas veces los menores difunden noticias sin ni siquiera haberlas leído.
-Una vez leído el texto, deben prestar atención a aspectos clave como quién es el autor de la noticia, las fuentes en las que se basa y la fecha de la misma.
-Animar a los menores a preguntarse si la información es coherente, factible o razonable, o si por el contrario, resulta dudosa o sospechosa.

-Una simple búsqueda en Google suele ser suficiente para contrastar o desmentir un bulo o un fraude. Aprender a investigar, reconocer y contrastar fuentes adecuadas de datos e información es saludable y necesario.

-Además, existen cada vez más páginas web, entidades y redes sociales dedicadas a desmentir fake news, como por ejemplo Snopes (en inglés), VOST, Caza Hoax, El Tragabulos o Maldito Bulo. Desde la Oficina de Seguridad del Internauta ofrecen avisos sobre este tipo de mensajes, y también periódicos y cuerpos de seguridad habitualmente hablan de este tipo de noticias y utilizan sus redes sociales para alertar sobre estos contenidos, bajo el hashtag #StopBulos. Estar al día de estas noticias sí es positivo, también para los más jóvenes.

-Si una noticia puede afectar salud física o se refiere a situaciones de peligro y emergencias, antes de compartir deben poner especial cuidado. Difundir estos contenidos puede tener consecuencias graves.

-Ante la duda, si no están seguros de la veracidad de una noticia, enséñale que lo correcto es no compartirla y evitar que se siga difundiendo. Reaccionar de forma crítica antes contenidos falsos o engañosos es importante a la hora de comprometerse a mantener una Internet más segura para todos.